Mujer: Sinónimo de Esperanza
Mulieris hoy – 01 de diciembre de 2017- La vida no es como soñamos. Nuestra visión siempre está contaminada por las situaciones vividas desde nuestra infancia, los medios de comunicación y la sociedad. Poco a poco, a medida que avanzamos en la vida, vamos llenándonos de prejuicios a cerca de cómo debemos vivir, amar, ser, crecer, y vernos a nosotras mismas. No me considero una feminista, soy simplemente una mujer que acaba de descubrirse, que acaba de nacer y que espera encontrar la razón de su existencia antes que sea tarde.
Para mi sorpresa, hay muchas mujeres como yo. Sí…¡MUCHAS! Algunos dirán: ¿y nosotros?, claro que también, pero mi misión ahora es dedicarle estas letras a esas almas sencillas de mujeres que andan por la vida entregando y perdiendo lo más valioso que tienen: ellas mismas. En otra oportunidad ya me dedicaré a ustedes muchachos… Es una promesa.
Hace poco viví una experiencia extrema, en donde tuve la capacidad de compartir con un grupo de mujeres ‘berracas’, que han salido adelante desde el más profundo de los infiernos: la violencia colombiana. Realmente ellas son la fuente de mi inspiración y mi deseo de no dejar las cosas así.
Esta experiencia me llevó entender cómo el dolor del alma de una mujer, no importa de dónde venga ni lo grande de su origen, es bálsamo y cura para el dolor de los demás. Eso es lo que quiero intentar llevarles por medio de esta columna mensual, mis videos en las redes y las charlas que espero tener con ustedes.
En el camino por éste nuevo sendero me encontré con una verdad reveladora sobre la importancia de las mujeres para la humanidad. Somos las encargadas de repoblar la tierra. En un pequeño viaje que he hecho por la historia del mundo, he descubierto que quienes han quedado siempre, después de las guerras sobre todo, han sido las mujeres y los niños. Es obvio, pues los hombres son los que van a la guerra a luchar por causas muchas veces absurdas y a pelear por otros (pero bueno, eso hace parte de otro tema hartísimo que no pretendo ahondar…por ahora). Quedan ellas, solas con sus hijos, y son las que tienen en sus manos el poder de restablecer el orden, el amor, la armonía y el calor del hogar. Sin ellas la humanidad se hubiera extinguido hace mucho tiempo.
Hoy digo, gracias mujeres valientes que a pesar de su dolor siguieron siendo testigos de esperanza. Con el paso de los años, los medios y la sociedad,han ido maquillando la falsa feminidad, haciéndonos creer que nuestra felicidad y libertad la encontramos negando nuestra naturaleza. No hay nada más abominable que eso. Lo que quiero es dar herramientas para lograrnos devolver la fe, la esperanza y la vida.
El fin de nosotras es abonar nuestra realidad desde la semilla del amor. No importa que nos cambien los planes, que las cosas no salgan como pensamos, que la sociedad nos apedree. Somos valientes porque Dios nos hizo así y debemos caer en cuenta de esto si queremos quitarnos las vendas de la imposibilidad y dejar de estar petrificadas ante la realidad que nos quieren embutir a la fuerza.
Muchas dirán: pero ¿cómo? ¡Esta vieja se enloqueció! Y¡sí! Me enloquecí porque me cansé de vivir una vida prestada dejando de lado lo que el Señor había dispuesto desde la eternidad para mi.
Pero no se preocupen, la locura es contagiosa, como lo es el Amor de Dios, y ese va a ser nuestro estandarte. Vamos a descubrir quiénes somos, desde nuestra diferencia e individualidad, ante la mirada amorosa de Aquel que nos creó con todo el amor del mundo. Vamos a ir paso a paso descubriendo, amando, entregando y compartiendo todo lo que tenemos. Pues no se les olvide que por ser creadas de último no significa que somos menos, significa que somos el culmen de la creación. Porque cuando Dios nos hizo mujeres, ¡se lució!
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