Ella opina

¡Vivir el presente!

Por Juana Teresa

Mulieris hoy – 25 de enero de 2019 – Amiga lectora, seguramente empezaste este año con muchos propósitos. Yo también. Y uno de ellos es aprender a vivir el presente. Es una tarea que exige determinación y paciencia.

No es fácil, vivir el día a día y estar, al mismo tiempo, tan llenas de expectativas. Así somos las mujeres. Así somos los seres humanos.

Vivir el presente, es un desafío actual ya que requiere estar en el aquí y ahora de cada día, de cada minuto, haciendo lo que hay que hacer, sin detenerse en el ayer y sin dejar que la ansiedad del mañana nos robé la experiencia del hoy. Se trata de vivir sin apuros y confiados, sabiendo que hemos hecho lo que nos correspondía hacer.

¿Por qué vivir el momento presente es un desafío? Porque supone no dejarse llevar por las situaciones del pasado que no puedo cambiar y, a su vez, nos pide ajustarnos a la realidad con objetividad. También supone no dejarse llevar de la imaginación, creando realidades paralelas que nos hacen olvidar nuestro ser actual.

Estar en el presente es Vivir, cada día, con las personas que tenemos al lado. Estar en el presente es Disfrutar de todo lo que nos llega y tenemos. Estar en el presente es Amar a quienes hoy están con nosotros. Estar en el presente es Ser Tú y dejar que los otros sean. Estar en el presente significa haber aprendido del pasado y tener esperanza en el futuro, pero trabajando en el hoy.

¿Cuánto tiempo hemos perdido añorando el pasado o esperando el futuro?  Tal vez mucho. Pero si caemos podemos levantarnos. No se trata de no recordar y aprender de los errores, pero sin quedarnos allí, lamentándonos. Se trata de perdonar y perdonarnos. Tampoco se trata de no planear un futuro mejor; unas vacaciones, una meta profesional, etcétera, pero sin ensoñaciones, creyendo todo llegará sin esfuerzo.

Me hice este propósito porque al hacer una reflexión como creyente (puede que tú no lo seas, pero igual te servirá) me di cuenta  de que vivir el presente es algo que me “cuesta” y que no hacerlo me ha hecho daño. Vivimos haciendo muchas cosas, pero tal vez sin estar en ellas. Sin el corazón y sin el alma y así les restamos el valor que tienen y lo que pueden enseñarnos. Y esto pasa  en todas las áreas de la vida, desde las pequeñas cosas de la vida familiar hasta las más exigentes tareas del trabajo profesional.  

Me di cuenta, que algunas veces, perdía tiempo enfadándome por no poder tomarme un café con mis amigas, porque debía atender a mi hermana, que tiene limitaciones especiales, en vez de disfrutar de su compañía. Y así me perdí de muchos aprendizajes. Ahora sé que es impagable lo que ella me ha enseñado. Su silencio y su sonrisa son capaces de llenarme el alma. Otras veces, dejé de realizar mis labores en el momento que era, porque me imaginaba el día que llegara mi “alma gemela”… Entonces, me sentaba a imaginar situaciones irreales, conversaciones irreales, que jamás han ocurrido y que hicieron que tuviera que trasnochar para poder entregar mis pendientes. Y terminaba enojada conmigo misma. Y así podría citar otros ejemplos.

No se trata de ser perfectos, solo de disfrutar de lo que hacemos cada día a cada minuto y de las personas con las que estamos.

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